jueves, 14 de octubre de 2010

Campiada


En un picazo panzón,
Malacara y cachaciento,
Salí una tarde sin viento
Por una huella al trotón.
Después cayó la oración
Como un poncho milenario,
Y yo en tremendo escenario
Era la primera vez,
Que iba a dormirme con fe
En los campos solitarios.

Ya dormida la extensión
Del campo y los cachilotes,
Paré del picazo el trote
A la orilla de un sanjón.
Pues llevaba la misión
Como un gauchito sin par,
Al otro día campiar
En el bajo de las cruces,
El nido de unos ñanduces
Y una yegua pa carnear.

Desensillé y al picazo
Lo até en una enredadera,
Donde yo la cabecera
Iba a poner, por si acaso.
En todito ese pedazo
El pingo podía pastear,
Y después de churrasquear
Casi todo un piche flaco,
Con tres chauchas de alpataco
Ya terminé de cenar.

Puse el cuero de colchón
Arriba de las peleras,
Los bastos de cabecera
Y pa taparme un matrón.
El silencio era el patrón,
Ya todo el campo dormía,
De vez en cuando se oía
El tallido de un cencerro;
Y la presencia de un cerro
Con la luna se veía.

Después un soplito de viento
Entró a mover los matorros,
Y al rato nomás, los zorros,
Largaron su parlamento.
Yo estaba asustao, atento,
A las orejas primero,
De mi picazo nochero
Que me servía de amigo;
Teniendo al monte de abrigo
Y al monte de compañero.

Dormí con un ojo solo
Porque el otro vigilante,
Lo tuve pleno de aguante
Toda la noche en amor.
Y para cuando el chingolo
Entró despacio a silbar,
Y el plomito a dispertar
Desde el verdor de las ramas,
Yo ya había alzao la cama
Y estaba por ensillar.

En eso como un zumbido
Que entre dos luces se asoma,
Desde el faldeo de una loma
Se oyó clarito el bramido.
De un macho cerca del nido
Vigilando la nidada,
Pero de esa misma bramada
Tiene por señal sencilla,
El despertar la cuadrilla
Entre los pastos hechada.

Ensillé y salí al tranquito
Con dirección al bramido,
Y al rato nomás al nido
Se lo hallé sobre un bordito.
Como los vi amarillito
Toda la nidada alcé,
Y separau los até
Despacio con el cinchón,
Bien envuelto en el matrón
Que en el anca acomodé.

Desde ai por una lomada,
Corté derecho a unos charcos,
Donde hallé un padrillo zarco
Con todita la manada.
Y al mover de la yeguada,
Queriéndolas atajar,
Entraron a disparar
Unas potrancas arisconas,
Pero baqueano en la zona
No me dejaba puntear.

Cuando alguna se cortaba,
La traiba el padrillo viejo,
Y yo al galope de lejos,
La llevaba y la llevaba.
Y pa cuando el sol se hechaba
Como se le hecha a un mensual
Ya tenía muy campal,
Aparte de la salu;
Doce huevos de ñandú
Y la yegua en el corral.

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