domingo, 5 de agosto de 2012

El payador urbano


Soy el payador urbano
y pertenezco al jet set,
computadora, internet,
y el celular siempre a mano.
Al rosillo y al tobiano
ya los he dado de baja;
tengo una moto Yamaha
de quinientas cilindradas
y en un arcón bien guardadas
la vieja viola y la faja.
A veces la desenfundo,
guitarra noble y nochera,
que me recuerda cuando era
payador del tercer mundo.
Con los recuerdos me fundo
de aquella etapa tan dura;
yo he sufrido la conjura
de los viejos payadores
y padecí los rigores
del hambre y la mishiadura.
Como nunca usé alpargata
me gané su enemistá,
porque en vez de chiripá
llevaba saco y corbata.
Me regañó hasta mi tata
por aquella vestimenta,
y en esa lucha irredenta
con mi viejo ya difunto,
abandoné el contrapunto
y entré a payar por mi cuenta.
Cambié la vieja tranquera
por un portal de internet,
el matungo por el jet
y el mate por la tetera.
Mis libros de cabecera
ya no son los de Carriego;
de mi origen no reniego
pero, en franca evolución,
no me es ajeno Platón,
el gran filósofo griego.

Atrás quedó el mostrador
y otras prácticas remotas,
atrás quedaron las botas,
cinto, rastra, tirador;
hoy empilcho en Christian Dior,
minga de poncho, ¡chalina!,
conquisté una flor de mina
de la sociedad porteña,
simpática y halagüeña,
sobria, elegante, muy fina.

Y me siento protegido
por esa dama discreta
que una noche en Recoleta
me consagró su elegido.
Detenta doble apellido,
pertenece a la ralea,
un Mercedes que voltea
y cenamos con champán,
a ella la llaman Madam
y a mí, “Señor Bengolea”.


Hoy la globalización
nos hizo el mundo de goma,
si un tipo estornuda en Roma
se oye aquí en Constitución.
Nuestra antigua tradición
padece un destino incierto,
el contrapunto está muerto
y, salvo mejor criterio,
Betinotti, es un misterio
y Ezeiza, es un aeropuerto.

Soy el payador urbano
que supo lo que es un rancho
y ahora vive lo más pancho
en el barrio de Belgrano.
Litoraleño, entrerriano,
-porteño por adopción-
que un día largó el Carlón
y hoy escancia Luigi Bosca.
Anoten, por si las moscas:
gurí, arroba, punto, com.

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