martes, 1 de noviembre de 2011

Mamaichita de Paipaya

Cuando en octubre sonríen
las donosas amancayas
y los ceibos y lapachos
lucen copas enfloradas,
desde el fondo de los cerros
del Chijra o el Humahuaca
bajan, con aires de fiesta
de contrición o esperanza,
los devotos de la virgen
mamaichita de Paipaya.

Son los jujeños humildes
que, olvidando a Pachamama,
le confiarán a la virgen
sus dolores y dolamas.

Todas las sendas son ríos
de angustias esperanzadas
que van a purificarse
en la fuente de Paipaya...
- - -
Es el albor rojo-lila
de una noche apresurada
que se despide besando
con mil luceros al alba...

Para no herir las rodillas
del promesante que avanza,
la aspereza de las sendas
compadecida se ablanda...

Ya se vé la capillita
con sus tejas patinadas,
con sus paredes de adobe
y su cruz recién pintada.
- - -
Ahí está la mamaichita
con su niñito en la manta,
con sus ojitos dulzones
y su corona de plata.
Todititos los sedientos
quieren beber en la gracia
perdonadora y sedante
que prodiga su mirada.

¡Ay, mamita del rosario,
de Río Blanco y Paipaya...
cómo te busco en el tiempo
junto a mi chango y mi mama!

La procesión por el campo
con erkes, cuetes y cajas,
bajo el cielo alborozado
de la fragante mañana...

Al sol las crenchas viriles
hombreando las toscas andas,
y la virgen sostenida
por temblorosas miradas.
Color de nube y lapacho
los rebozos y las guaguas,
y los rosarios y goteando
adoración de sus guaicas.
- - -
El mediodía despierta
a los coyuyos e iguanas,
y los fieles buscan sombra
y frescura junto al agua...
Junto al "Ojito" que es llanto
de la virgen de Paipaya,
donde todos los achaques
milagrosamente sanan.

Los amoríos se escurren
por el tendal de las carpas,
huyendo al celo paterno
y al sol que tuesta y delata...
Los changuitos hurguetean
con angurrientas miradas
las golosinas y frutas
que sus manitas no alcanzan.

En tanto los bandoneones,
los charangos y guitarras
preludian coplas melosas
enmudeciendo chicharras.

¡Ay corazón de mi norte,
mezcla de sol y plegaria
con luz de cirio en los ojos
y ritmo indiano en las alas...!
- - -
Un crepúsculo de tarcos
de lapachos y amancayas
hace temblar los badajos
con su color y fragancia...
Tímidamente susurran
el "Angelus" tres campanas
y el demonio se arrincona
y se recogen las almas.
- - -
Nuevamente el trono augusto
de la virgen de Paipaya
recibe sus flores rubias
de fervorosas plegarias.

Para besarla en los ojos,
por toditas las almas,
la mama-luna se filtra
por las floridas ventanas.

¡Ay, mamita del rosario
de Río Blanco y Paipaya...
yo estoy besando tu manto
desde un sueño sin distancia!

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