jueves, 17 de noviembre de 2011

Tata Nica


Tata Nica era entrerriano
y había andado en las cuchillas.
Cincuenta vacas de vientre
le habia regalado Urquiza.

Un chumbo como hecho a dedo
le sumió una carretilla,
y las lanzas en el cuerpo
le araron melgas torcidas.

Viejito más embustero
nunca he topao en mi vida;
sacaban brillos sus ojos,
los llevaba a las esquinas
cuando riendo contaba
mientras pa' mentir tosía:
"por aquí me dentró la mora
chiflada por garabina".
Y si alguno pa' cargarlo
le preguntaba a don Nica
¿por dónde puertió la bala
que no se le ve salida?
el viejo componía el pecho
refalando con malicia:
"Yo iba pu...ntíándolos m'hijo
y mientras me divertía
la 'e plomo vió el horno abierto,
tiró un colmillo a la cincha,
y buscó luz apurada
mientras yo gané la orilla."
Y uno de su misma edad
que mucho lo conocía,
sabía decir que eran cuentos
esos de lanza y guerrillas;
que el chumbo era un grano malo
que supo salirle un día;
las cicatrices de chuzas
eran... de alambre de espinas
donde cayó bien pintón
cuando de un baile venía.
Era más boca que hechuras,
era mas miedo que Nica.
Nunca sintió el pororó
de las doñas "garabinas",
ni lo sintió a don Trabuco
toser en las escupidas.
Vacas de vientre las daba
don Justo José de Urquiza
pero eran vacas pa' toros
no p' andar con las gallinas.
"¡Que mienta delante mío:
ni pa' cebador servía!"

Fuera cierto o fuera falso
me gustaba el Tata Nica
da lo mismo hacer un sueño
que vivirlo en esta vida.

"¡Guá mi sobrino...-empezaba--;
parece que el sandial pinta.
Hembra que tope en la huella
debe ser siempre seguida.
Siga la avispa en su rumbo
p' hallar la miel escondida.

"Su rebenque debe ser:
en el cabo, picardía,
y en la azotera una pluma
pa' tratar con las gurisas"

"Si puede guardar un peso
no está demás en la vida,
que es triste llegar a viejo
sin un hijo que sea espejo
y sin un rial pa' comida..."

Tata Nica tenía un poncho
como carpas,lleno e' listas.
No le faltaba ni un diente
y a los ochenta en la líña,
recién el jacarandá
tuvo en la copa ceniza.

Cambió caballo por sulky
de los noventa p' arriba
y el Tero, su tranqueador,
lo acarreaba al lanceador
chiflando pa' su guarida.

Una mañana de invierno
el sulkicito gemía,
el overito tranqueaba
y el Tata Nica dormía.

Riendo sestió pa'siempre
con su ponchito de listas
y apuntando con el dedo
la chumbeada carretilla,
le iba contando a la muerte:
"Fue un chiflido'e garabina."

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