domingo, 22 de abril de 2012

¡Grite, m'hijo!



Grite m'hijo que, a mi ver,
si grita de agradecido
es un hijo que ha cumplido
con la Patria y el deber.
El hombre, como la mujer
de este pueblo soberano
nació extendiendo su mano
para enseñar sin rencores
y morir por los colores
de la enseña de Belgrano.

¡Jamás eche al olvido
a quien no dio libertad!
Mire hijo para atrás
el camino recorrido...
Que hasta el mar embravecido
grita y relame las rocas;
cruje el árbol y en la copa
da sombra porque agradece...
Sólo los maulas y los peces,
mueren por su misma boca.

Enseñe, siga enseñando,
grite con todo su pecho.
Enseñar es un derecho
que se lo están reclamando.
Yo seguiré campereando
pues me honro de ser campero.
Hernández fue un consejero
y en su consejo me aferro...
por algo es qu'el Martín Fierro
se tradujo al extranjero.

A veces por madrugar
llegan los hombres más tarde.
El grito no es un alarde
si se grita pa'enseñar,
que nadies lo haga callar;
grite m'hijo con confianza,
el grito no es alabanza
y en mil razones me fundo:
Sarmiento se fue del mundo
pero dejó una enseñanza.

San Martín fue un consejero,
un cóndor, un Libertador;
un ejemplo de valor
p'argentinos y extranjeros.
Por eso, hijo, es que quiero
que grite junto conmigo,
la historia será testigo.
El grito es universal...
Murió gritando Cabral
por batir al enemigo.

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