martes, 19 de junio de 2012

La credencial de Niebla




La Patria era muy gurisa
cuanco nació Santos Niebla.

Hijo del fuego y la sangre,
una mañana de aquellas
en que al frente de cien lanzas
el sol coronó las sierras,
lo hallaron gaucho; entre el humo
de un icendio de carretas...

Alguien arrimó el caballo,
sofrenó, y echó pie a tierra.

En eso, por la hondonada,
la cerrazón traicionera
revienta en fusilerías
enemigas; por la cuesta,
sube un tronar de tambores
y un frío de bayonetas.

Un clarín, toca "a degüello".
Los lanceros se descuelgan
de la cumbre de los cerros
desparramando las piedras,
y al frente de aquella carga,
remolinos de melenas
donde el brillo del coraje
muerde al viento en las paletas,
va una lanza en prodigiosos
horizontes de fiereza,
y un gurí, ricién nacido
sobre el pecho de la gesta!

Pila de sangre bendita,
lo bautizó, Santos Niebla;
por la niebla de la historia,
la cerrazón de la tierra
y el polvo de aquella carga
donde lo besó una estrella!

Creció de casualidá;
como un yuyo entre las piedras.
Le pusieron de tutor,
pa que no se torciera,
una caña de tacuara
con una moharra nueva.

Pa no perderle afición
la usaba de dos maneras:
con medio clavo, en la paz;
con medialuna en la guerra!

Así lo vieron, los años;
porque la historia fué ciega.

Los muros de Paysandú,
sintieron entre sus grietas
calientes ríos de sangre
del pecho de Santos Niebla,
porque él, nunca negó fuego
cuando lloró la bandera!!

Bastaba que algún clarín
cacariara por las sierras,
para que el monte, o el río,
o el pajonal lo parieran
vertical de patriotismo,
u horizontal de fiereza!

Estuvo... donde estuvieron
todos los de la leyenda;
desde aquella madrugada
que le dio nombre y estrella,
hasta la última carga
de la última revuelta!

Entonces...
Fue su tacuara,
madrugadora de huellas;
índice de soledad
por las llanuras inmensas;
esquinero del silbido
con que alambraba su ausencia
picaniando un gan cansancio
con escarcha en la melena...

Tantas lunas peregrinas
le blanquearon la clinera,
que al final, siendo un patriarca
con historia y sin querencia,
más que nunca le cuadraba
su nombre de Santos Niebla!

Hasta cortar su tacuara
p'hacerse un bastón con ella...

Si aquella caña sostuvo
todo el honor de la tierra,
como no le iba a aguantar
el peso de la miseria!

Estaba ya, muy viejito
cuando se vino pal pueblo.

Vivió, cansando una changa
rodilluda de aguatero,
pa dir manteniendo l'hambre
sin desprestigiar su invierno...

Jamás pidió una limosna!
El reumatismo en los güesos
lo traiba barranca abajo,
y una estiba de años muertos
le iba doblando la espalda
sobre un pozo de silencio...

Jué entonces, que oyó mentar
que dan pensión a los viejos;

"Cómo!... La Patria no olvida?!"
"¿Es güena? ¡Tiene en el pecho
sentimientos pa sus hijos?!"
"...Que cosa linda pa un sueño!!"

En sus ojos, dos auroras
con rocío amanecieron!
Jué a reclamar su pensión,
tembloroso de contento,
porque, al fin! llegaba el día
de la justicia!

Por eso, le dijo al empleao:
"No crea que me importan mucho los pesos..."
"Me siento gurí, ¿compriende?"
"...aparte de ser tan viejo!!"
"Pa mi... no es cuestión de plata;
lo que vale es el consuelo!!"

Y entonces, salió el empleao
con cuestión de papeléos;

Que cédula, o credencial,
o partida'e nacimiento...
que había que ser oriental,
o... gringo afincao, al menos!

"Pero... yo soy Santos Niebla;
juí servidor, juí carrero..."
"Rumbo que abrí con mi lanza,
a picana lo hice güeno!!"

. . .

"Cómo! Si soy oriental, me dice?
y con que lo pruebo?"

...Parece que oyó un clarín
por las fronteras del tiempo,
porque surgió vertical
la silueta del lancero
que siempre llevó crespón
cuando se enlutaba el suelo:

"Yo tengo una credencial
escrita a fierro en el pecho!!"
- dijo - y rajó su camisa,
mostrando por documentos,
seis bárbaros costurones
que le cribaban el cuero!!




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